Normalmente las células del organismo emiten señales químicas para poder coordinar el funcionamiento de un ser vivo. Muchas de estas señales son de origen peptídico y las células poseen receptores específicos para ellos.
El potencial de los péptidos bioactivos o biopéptidos para contribuir a una nutrición más saludable ha sido ampliamente discutido en la comunidad científica. Han sido definidos como fragmentos específicos formados por aminoácidos que tienen un impacto positivo sobre las funciones del cuerpo o condicionan e influyen sobre la salud.
Los péptidos biológicamente activos tienen una contribución muy importante en la regulación y modulación metabólica. Estos compuestos son estructuralmente diversos y tienen un amplio espectro de acción terapéutica, baja biodeposición en los tejidos corporales y alta bioespecificidad para los objetivos.
Tener un amplio espectro de acción terapéutica explica por qué podemos usar los biopéptidos en el tratamiento de patologías muy diferentes. La baja biodeposición en los tejidos corporales nos explica por qué los biopéptidos no presentan efectos secundarios. No se acumulan en los tejidos y se eliminan como cualquier proteína o aminoácidos. Los péptidos están compuestos de aminoácidos metabólica y alergicamente tolerables, y tienen una larga historia de uso, por lo que no poseen por ningún efecto secundario, y son generalmente reconocidos como seguros y no tóxicos. Que tenga alta bioespecificidad para los objetivos es lo que hace que los hace atractivos para prevenir o tratar determinadas patologías.
Los biopéptidos, por lo general, cumplen funciones fisiológicas naturales en el cuerpo como hormonas peptídicas, quimiocinas y citocinas. Han sido considerados una nueva generación de reguladores biológicamente activos. Pueden utilizarse para el tratamiento de varias condiciones médicas y mejorar la calidad de vida. Algunas de las actividades reportadas incluyen: antihipertensión, agonistas o antagonistas opioides, actividades inmunomoduladoras, antitrombóticas, antioxidantes, anticancerígenas y antimicrobianas, además de la utilización de nutrientes.
Los biopéptidos se encuentran encriptados dentro de proteínas bioactivas. ¿Por qué decimos “encriptados”? Básicamente, porque son fragmentos que se encuentran “ocultos” dentro de sus proteínas de origen. Estas proteínas cumplen funciones completamente diferentes que las que pueden cumplir estos biopéptidos encriptados cuando se liberan al medio por acción de las enzimas proteolíticas. Son como un mensaje oculto dentro de un texto más grande. Si liberamos a los péptidos, pueden transmitir su mensaje a las células que posean receptores para estos ellos. Su origen puede ser muy diverso y pueden provenir tanto de animales como de vegetales.
Entrando más en detalle, los efectos de los péptidos bioactivos se ejercen típicamente a nivel de proteínas, lo que implica principalmente la inhibición de las enzimas metabólicas, tal vez debido a las interacciones de proteína-péptido que pueden modificar la conformación estructural y las actividades enzimáticas. Además, los péptidos pueden regular la expresión de genes responsables de rutas de señalización, pero no está claro si estas actividades se basan en interacciones directas de péptido-ácido nucleico o en la unión e inactivación de factores de transcripción de proteínas que regulan dichos genes. Además, los péptidos también pueden funcionar mediante la interacción física y la eliminación directa de metabolitos que conducen al mantenimiento de la homeostasis fisiológica, como se demostró para los péptidos hipolipémicos que se unen y excretan ácidos biliares del intestino grueso, inhibiendo su circulación enterohepática y mejorando el metabolismo del colesterol hepático.
La función exacta de los péptidos depende sustancialmente de sus estructuras, que a su vez dependen de la naturaleza de su precursor de proteínas, de la especificidad de la proteasa liberadora y condiciones de producción. Aunque los péptidos purificados pueden identificarse para estudios mecanicistas y de estructura-función, el uso de hidrolizados crudos o fracciones que contienen los péptidos bioactivos parece más factible para la formulación de nutracéuticos.
Se sugiere en la literatura científica que los biopéptidos contenidos en fracciones crudas (es decir, no purificados) tienen mayor efecto que los péptidos purificados aislados, posiblemente porque esto permite la mejor conservación de la estructura peptídica y mayor biodisponibilidad.
La mayoría de los péptidos bioactivos producen efectos sistémicos y, por lo tanto, deben ser absorbidos en el intestino, actuar directamente sobre el tracto intestinal o vía receptores celulares y que las señales químicas que estas células emiten lleguen a la circulación sistémica. Se sabe que pequeños biopéptidos pueden ser absorbidos con relativa facilidad, pero hay poca información en la literatura. Después de la digestión, los péptidos bioactivos pueden ser absorbidos en el intestino e ingresar directamente al torrente sanguíneo, lo que garantiza su biodisponibilidad in vivo y un efecto fisiológico en el sitio blanco.
Luego de la absorción de estos péptidos, se distribuyen en los vasos sanguíneos, y se unen a receptores celulares específicos del órgano blanco. Allí es que se observa el rol de los biopéptidos como mensajeros extracelulares que, al activar el receptor correspondiente, desencadenan una respuesta secundaria que inducen una respuesta a nivel nuclear. El rango de efectos fisiológicos atribuidos al consumo de biopéptidos es diverso, incluyendo actividades inmunomodulatorias, antihipertensivas, anticarcinogénicas, antimicrobianas, antiinflamatorias, regeneradoras, entre otras.